El cempasúchil, flor emblemática del Día de Muertos en México, enfrenta una amenaza creciente: el desplazamiento de sus semillas nativas por variedades híbridas importadas principalmente de China. Esta problemática pone en riesgo no solo la biodiversidad y la conservación de esta planta tradicional, sino también el sustento de miles de familias campesinas que dependen de su cultivo.

El cempasúchil criollo mexicano se caracteriza por flores grandes, pétalos bien definidos, un aroma intenso y un crecimiento que puede alcanzar hasta 2 metros de altura. Esta variedad permite la reproducción natural y constante, ya que sus semillas son fértiles, lo que beneficia a los productores locales año con año.
En contraste, las semillas importadas, aunque no transgénicas, son híbridas y producen flores más pequeñas, de menor duración y con semillas poco fértiles o estériles. Esto obliga a los floricultores a comprar nuevas semillas cada temporada, incrementando sus costos. Además, estas flores híbridas suelen comercializarse en macetas, lo que les da una apariencia distinta y los hace populares en ciertos mercados por su precio más bajo.
México es la cuna del cempasúchil, con 35 de las 58 especies que existen en el mundo, pero China se ha convertido en el principal productor mundial, superando a México y amenazando la presencia del cempasúchil nativo en el mercado nacional.
Una investigación genética realizada mediante un estudio de ADN ha confirmado que la mayoría del cempasúchil vendido en la Ciudad de México es de origen criollo mexicano y no transgénico. Sin embargo, la creciente comercialización de híbridos importados afecta la biodiversidad, la cultura y la economía local.
Productores y especialistas alertan sobre la importancia de preservar las semillas nativas para garantizar la continuidad de la tradición del Día de Muertos y el bienestar económico de las familias que han cultivado esta flor por generaciones.
Esta situación plantea un urgente llamado a las autoridades y consumidores para valorar y proteger el cempasúchil mexicano nativo, símbolo cultural y natural del país, frente a la creciente competencia global y los modelos agrícolas industriales.
