Eduardo Verástegui cuestiona el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas, calificándolo como una forma de adoctrinamiento ideológico más que como una verdadera evolución del idioma. En particular, rechaza la palabra “todes” argumentando que no representa una evolución natural del español. En lugar de promover este tipo de lenguaje, Verástegui propone impulsar iniciativas que considere más útiles, como la enseñanza del lenguaje de señas, destacando la importancia de métodos educativos con un impacto positivo y práctico para la comunicación.
Esta postura ha sido expresada por Verástegui en diversas publicaciones en redes sociales, donde insiste en que el “mal llamado lenguaje inclusivo” es una herramienta ideológica que no corresponde a la evolución lingüística genuina. En contraste, promueve el aprendizaje del lenguaje de señas como una herramienta valiosa y funcional en la educación.
Además, el lenguaje de señas es reconocido como una lengua natural de una comunidad con características, gramática y vocabulario propios, que favorece la inclusión real de personas sordas si se enseña correctamente en contextos bilingües.